La Semana de la Miel, propuesta del 14 al 20 de mayo por la Secretaría de Agroindustria del Ministerio de Producción y trabajo de la Nación, presenta como principal objetivo el fomento del consumo de este alimento a lo largo y ancho de la Argentina, a través del slogan “Sumale miel a tu vida”.

En el contexto de esta propuesta, charlamos con la Dra. Gabriela Tamaño, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias de la Alimentación y coordinadora del Laboratorio de Análisis de Miel y Productos de la Colmena, quien lleva más de 30 años de estudios y trabajo en el campo de este súper alimento.

Para hablar de la miel, es importante empezar por nombrar los parámetros que establece el codex alimentarius, la norma madre que se establece a través de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mundialmente conocida como FAO por sus siglas en inglés, quien regula y establece qué es la miel.

“En esa definición, en la que se describe todo el proceso que realizan las abejas y entre las que se pueden nombrar la succión del néctar de las flores, el agregado de sustancias propias, elaboración, almacenamiento, deshidratación, entre otras, se define uno de los puntos más importantes que hace de la miel un producto único: que es el único alimento de origen vegetal y animal a la vez”.

En su composición encontramos azúcares, agua y también, muchos componentes que provienen de la flora de donde es originaria, tanto de la planta, como de su suelo y ambiente.

Además, en este proceso, las propias abejas proveen de diferentes tipos de sustancias, especialmente enzimas. Por un lado, existe un porcentaje de azúcares, glucosa y fructosa en proporciones casi idénticas dependiendo de su origen, hasta un 20% de humedad, y, en un 6% del total, aparecen cientos de componentes que le darán la característica identitaria a cada tipo de miel. Así, se pueden encontrar alrededor de 200 elementos en este alimento de propiedades incalculables. 

En cuanto a si una miel es buena o no, la Dra. Tamaño comenta que todas las mieles son buenas en su origen y que, lo que puede transformarlas en un producto de mala calidad, es la inadecuada manipulación que conduzca a la alteración de la composición natural, ya sea porque no se sabe y se cometen errores que perjudiquen al producto o porque se le agregan sustancias que impactan en el producto final.

“En Argentina, en el sector apícola, se viene trabajando desde hace muchos años en la trazabilidad del producto, teniendo en cuenta el alto nivel de exportación a mercados exigentes, se ha desarrollado conocimiento y tecnología aplicada al sector, lo que resulta en un respaldo a la calidad de nuestras mieles.”

Resulta importante destacar que, en Argentina, teniendo en cuenta la definición de miel, el sector apícola, preserva el trabajo de las abejas, dejando que el proceso se lleve a cabo en su totalidad por ellas, garantizando la genuinidad del producto. De esta forma, se mantienen las propiedades de este alimento de alto valor, sin destruir el proceso propio de la naturaleza.

La miel y el desarrollo del ser humano

Este alimento de características invaluables acompaña el origen y evolución de la humanidad.  Existen pinturas rupestres de miles de años que lo demuestran, en las que se representan personas cosechando miel.

Entre las actividades principales que datan de miles de años, cuando el hombre se comenzó a asentar en diferentes lugares, se convirtió en agricultor, ganadero y apicultor. “En el año 1851, luego de proponerse diferentes alternativas de producción y cosecha, un monje llamado Lorenzo Langstroth, ideó el modelo de colmena que se utiliza hasta el día de hoy, tratando de recrear lo que es la vida natural de una colmena. Eso fue un salto cualitativo en el desarrollo de la apicultura y, finalmente, eso es la tecnología, poner al servicio, el conocimiento que el hombre genera, para vivir mejor”.