En contexto de aislamiento social, María Florencia González se recibió de Técnica Universitaria en Calidad e Inocuidad Agroalimentaria de un modo 100% virtual, con el Trabajo Final “Acondicionamiento de un emprendimiento hortícola para aprobar una certificación orgánica”.

El pasado viernes, la Facultad de Ciencias de la Alimentación tuvo una nueva egresada en TUCIA con un tópico no menor como lo es la virtualidad dispuesta por el contexto de emergencia social por el que estamos atravesando.

María Florencia González presentó ante el tribunal conformado por el Ing. Carlos Pagani, la Dra. Andreina Stefani y la Lic. María Delfina Micheloud, con la presencia del Secretario Académico de la FCAL, Javier Beritich, la propuesta de análisis e investigación sobre las condiciones y variables para que un emprendimiento hortícola pueda ser certificado como orgánico.

Año tras año, el consumo de productos orgánicos crece en forma constante. Los consumidores valoran las cualidades de estos alimentos, y están dispuestos a pagar por ellos un monto mayor que los convencionales.

Una de las características, más relevantes de estos alimentos es que en la producción no se utilizan sustancias químicas sintéticas, por lo que resultan más saludables y amigables con el medioambiente.

La certificación orgánica es un proceso de control para los productores de alimentos agrícolas orgánicos que permite garantizar la calidad orgánica de un producto, verificando el cumplimiento de la norma de producción orgánica que corresponda. Su objetivo es asegurar la calidad, prevenir el fraude y promover el comercio.

Desde el punto de vista legal, todo producto que dice ser orgánico debe cumplir con una certificación, un documento que avale dicha situación. Cabe destacar que la certificación se convierte en una llave para abrir la puerta a mercados internacionales, muchos de los cuales hoy por hoy exigen certificaciones que demuestren la calidad de los productos ofrecidos.

Otro punto muy notable, que se obtiene al implementar un sello orgánico es el valor agregado que se le da a los alimentos. Este plus o valor adicional, se consigue gracias a que los consumidores están dispuestos a pagar un monto mayor por aquellos alimentos diferenciados, en los cuales reconocen que estos reducen los riesgos para la salud, les brindan mejor y mayor información y les garantizan confianza.

Debido al sistema de producción empleado por estos productores, cumplir con los requisitos requeridos por un ente certificador se haría más fácil o menos costoso. Estos productores cuentan con cierta ventaja, debido a que utilizan prácticas de manejo tradicionales, no utilizan plaguicidas y fertilizantes químicos y aprovechan los recursos locales.

Así, la FCAL apuesta, una vez más, al acompañamiento y sostén de todos los estudiantes a través de la responsabilidad de ofrecer educación pública, gratuita y de calidad, como lo viene haciendo desde hace más de 40 años.